Publicado el: octubre 29, 2025
Recientemente, la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) informó que sancionará tanto al conductor como a la empresa de transporte por un accidente ocurrido en el distrito de El Agustino, donde un bus se detuvo sobre un cruce ferroviario y fue impactado por un tren. Según las investigaciones, aunque la empresa se encontraba debidamente habilitada para operar, el conductor contaba con licencia, pero no estaba habilitado para prestar servicio público, lo que constituyó una falta grave. La ATU calificó la infracción del conductor como “RE10” (multa de S/ 2 675 y retención de la licencia) y la de la empresa como “RE9” (multa similar y suspensión temporal de la unidad).
Lo que ordena el precedente: criterio establecido y obligaciones
Desde la perspectiva del derecho laboral y empresarial, este tipo de hechos muestran que:
¿Por qué es útil para el empleador?
Para las empresas que operan servicios de transporte público o privado, este caso es una alerta clave: el incumplimiento en los requisitos de habilitación del conductor no sólo genera sanciones administrativas ante entidades como la ATU, sino que también puede derivar en responsabilidades más amplias (civil, laboral, administrativa) que pueden afectar a la empresa, su reputación, su operación y sus costos. Garantizar que los conductores estén debidamente habilitados y que el servicio se preste dentro del marco legal es más que una obligación regulatoria; es una parte esencial de la gestión de riesgos laborales y empresariales.
Recomendaciones prácticas
Las empresas deben asumir un rol activo y responsable en la supervisión de sus conductores y vehículos. Esto implica mantener registros actualizados de habilitaciones, licencias y seguros, verificar cada asignación de servicio, capacitar de forma continua al personal, e implementar auditorías internas que permitan detectar irregularidades antes de que ocurran accidentes. En caso de un siniestro, una gestión inmediata y documentada será clave para mitigar riesgos legales. La prevención y el control no son sólo obligaciones normativas: son una muestra de responsabilidad empresarial y de compromiso con la seguridad pública.