Publicado el: Septiembre 24, 2024
Mediante la Casación N° 5034-2018/Lima, la Corte Suprema determinó que la toma de un celular que era una herramienta de trabajo para una de las partes constituía maltrato psicológico. Este fallo destaca la importancia de considerar el impacto emocional de las acciones dentro de un contexto de relación de pareja y violencia familiar.
El proceso judicial se originó cuando María Rocío Cano Guerinoni denunció a su cónyuge Walter Ricardo Linares Arenaza por haberle sustraído su teléfono celular en una discusión. Según la señora Cano, el teléfono era esencial para su trabajo como abogada, y su falta de acceso le generó problemas tanto en su vida profesional como emocional. La demanda por violencia familiar fue fundada en primera instancia y confirmada en segunda.
Uno de los puntos clave de la casación fue que la Corte Suprema reconoció que la acción de tomar el celular sin permiso y negarse a devolverlo constituía maltrato psicológico. Este acto, más allá de ser un conflicto doméstico, generó en la víctima ansiedad, frustración y angustia, afectando su estabilidad emocional y profesional, ya que el celular era esencial para su trabajo. La Corte consideró que este comportamiento amplificó el impacto emocional y creó un ambiente de control y vulnerabilidad.
La Corte declaró infundado el recurso de casación del Sr. Walter Linares Arenaza y confirmó la sentencia por maltrato psicológico. El Tribunal determinó que la negativa a devolver el celular creó un ambiente de inseguridad emocional, afectando el bienestar de la Sra. María Cano. Se dictaron medidas de protección, como la prohibición de hostigamiento y la intervención de la fuerza pública si fuera necesario. Este fallo refuerza que la violencia psicológica puede incluir acciones no físicas que impacten gravemente el bienestar emocional de una persona.
Este caso muestra que la violencia familiar puede presentarse de diferentes maneras, incluso entre cónyuges, y que es fundamental respetar la intimidad y los derechos personales en una relación. Tomar sin permiso el celular de un cónyuge, especialmente si lo usa para trabajar, no solo es una invasión de privacidad, sino que puede considerarse maltrato psicológico al afectar su bienestar emocional y profesional. Las personas afectadas por este tipo de conductas tienen el derecho de acudir a la comisaría o tomar medidas legales para proteger sus derechos, que no deben ser vulnerados en ningún contexto, ni siquiera en el matrimonio.